Durante años, Constanza Arenas fue pieza clave para distintas organizaciones delictuales en la Región Metropolitana. Su peculiar habilidad auditiva la convirtió en un recurso invaluable para bandas que se dedicaban a robar a personas tras retirar grandes sumas de dinero de sucursales bancarias.

Con 30 años, esta mujer era conocida por su “oído biónico”, una capacidad que le permitía reconocer, a través del sonido, la cantidad aproximada de dinero que llevaban los clientes. Gracias a este talento, fingía ser una clienta más, identificaba blancos vulnerables y los “marcaba” para ser asaltados al salir del banco.

La clave detrás de los robos

La fiscalía considera que su rol era fundamental en cada atraco. “La acción de un ‘sacador’ o ‘marcador’ es tan importante, tan determinante, que no existiera esta persona, no se puede concretar o consumar el delito”, explicó el fiscal Leonardo Soto al diario El Mercurio.

Su historial delictivo se remonta al menos a 2016, año en que fue detenida por primera vez. Desde entonces, se estima que al menos cuatro bandas la utilizaron en diferentes operaciones criminales.

Ganancias, protección y un rol estratégico

En uno de los delitos más recientes, Arenas habría recibido 4 de los 28 millones robados a una mujer de la tercera edad. Además del pago, las organizaciones le proporcionaban casas, transporte y protección para evitar que fuera descubierta.

Un error que la delató

Su caída ocurrió por un descuido. Uno de los delincuentes perdió su celular en un intento fallido de asalto a un carabinero en retiro. El dispositivo, que pertenecía a la pareja de Constanza, contenía evidencia que la comprometía directamente.

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Tras varios meses prófuga, fue capturada en abril. Estaba embarazada y, según los antecedentes, su estado de gravidez era utilizado como táctica para pasar desapercibida y continuar operando.