El equipo de Reportajes T13 expuso imágenes inéditas desde una vivienda ubicada en Pueblo de Indios, en San Vicente de Tagua Tagua, un lugar que por años funcionó como base de operaciones de una peligrosa banda ligada a Los Morochas. Lo que se encontró allí estremeció a la comunidad rural que aún vive con miedo a pasos del sitio donde se torturaba y secuestraba víctimas.

La investigación periodística coincide con un hallazgo ocurrido hace dos semanas: dos cuerpos enterrados en fosas clandestinas en el mismo sector, ambos vinculados directamente a este grupo delictual.

La historia de Catalina: una madre joven cuya vida fue arrebatada

Entre las víctimas identificadas por la Fiscalía se encuentra Catalina González Rojas, de 25 años y madre de tres niños. Su familia aún intenta comprender cómo terminó en una de estas casas utilizadas por la organización narco.

La abuela de la joven —quien la crió desde que tenía un año y que por ello se identifica como su madre— relató con profundo dolor cómo comenzó todo.
“Es mi nieta, desapareció el 19 de septiembre de mi casa, y ya no supe más de ella”, recordó.

Contó que Catalina vivía una lucha constante contra la adicción y que habían intentado internarla, pero no consiguieron cupos. Por eso, creen que su última visita a la zona fue para intentar comprar droga.

“Mi pensamiento como abuela, como mamá, es que la pilló con ganas de fumar y quería comprar. Yo lo veo así, que quería comprar, donde ella sabía que vendían. Nunca pensé que jamás iba a volver”, expresó entre lágrimas.

Una familia que defiende su memoria

La madre-abuela no sólo pide respuestas, también exige detener las versiones que, según afirma, dañan la imagen de Catalina.

“No era una mala persona. Para mí, el dolor más grande que se han hablado cosas que no eran ciertas. Para mí es un dolor muy grande esto, esa publicidad que se ha hecho sobre ella, que ejercía prostitución… no me encaja para nada. No era así, yo la crie, yo sé quien era ella”, sostuvo con firmeza.

Reafirmó su petición:
“Quiero justicia para ella y que le saquen la imagen de prostitución porque mi hija no era así”.

Además, recordó el último llamado de ayuda de Catalina:
“Ella me pidió ayuda, quería salir de la adicción de ella, cosa que no se pudo”.

Un sector tomado por el narcotráfico

Una amiga de la víctima también entregó su visión sobre lo que ocurre en la zona. Según relató, el control territorial delictual se arrastra desde hace ya varios años.

“Hace como tres años atrás, Pueblos de Indios fue tomado por el narcotráfico. Matan, roban, secuestran. Está todo ligado con el narcotráfico”, advirtió.

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La comunidad, golpeada por estos hechos, exige que las autoridades actúen para evitar que nuevas familias vivan tragedias como la de Catalina.