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Ojo con esto: ¿cada cuánto tiempo se deben cambiar los lentes? La recomendación CLAVE que muchos ignoran

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publicado: 25.12.2025

Usar lentes vencidos puede afectar más de lo que imaginas. Especialistas alertan cuándo cambiarlos y por qué esperar puede dañar tu visión.

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Los lentes ópticos están lejos de ser solo un complemento del vestuario. Mantenerlos en buen estado es clave para cuidar la vista y proteger la salud ocular, algo que muchas personas pasan por alto hasta que el problema ya está instalado.

Diversos estudios advierten que una gran parte de la población no se realiza controles visuales de forma periódica, principalmente porque siente que “ve bien”, aun cuando podrían existir cambios silenciosos en su visión.

El error más común: postergar los controles visuales

De acuerdo con datos difundidos por el Colegio Nacional de Ópticos Optometristas, un 72% de los pacientes no asiste a las revisiones médicas que le corresponden. Esto ocurre porque muchas personas consideran que, mientras logren ver con claridad, no es necesario acudir al especialista.

El problema es que esta práctica impide detectar a tiempo cambios en la graduación o la evolución de patologías visuales previas, lo que puede derivar en molestias mayores con el paso del tiempo.

Cambiar los lentes no debería depender de que se rompan

Uno de los hábitos más extendidos es esperar a que los anteojos se quiebren, se rayen en exceso o se pierdan para recién pensar en reemplazarlos. Sin embargo, los especialistas advierten que retrasar su sustitución puede generar síntomas como visión borrosa, fatiga ocular, dolores de cabeza e incluso mareos.

Los lentes son herramientas médicas de uso diario y, como tales, su eficacia puede disminuir aunque a simple vista parezcan estar en buen estado.

¿Cada cuánto tiempo se recomienda cambiar los lentes?

No existe un plazo fijo para renovar los anteojos, pero los expertos coinciden en que no es recomendable esperar cinco años o más. La principal recomendación es realizar una revisión oftalmológica al menos una vez al año.

En ese contexto, son los profesionales quienes deben determinar si es necesario ajustar la graduación o si esta puede mantenerse por un período adicional. En promedio, muchos especialistas sugieren considerar un recambio cada dos años, siempre dependiendo del caso particular de cada paciente.

La revisión médica: el factor clave para una buena visión

Asistir a controles regulares es fundamental, especialmente si aparecen señales de alerta como cansancio visual, dificultad para enfocar o dolor de cabeza recurrente. Ignorar estos síntomas puede empeorar la calidad visual y afectar el bienestar diario.

En niños y adolescentes, la atención debe ser aún mayor, ya que las dioptrías pueden variar con rapidez durante el crecimiento. Además, el desgaste natural de los lentes —por ser objetos de uso constante— también puede justificar su reemplazo antes de lo esperado.

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Lentes y calidad de vida: una relación directa

Entender los anteojos como las herramientas para las que fueron creados ayuda a tomar conciencia sobre la importancia de renovarlos a tiempo. Su función es corregir defectos refractivos, mejorar la calidad visual y, en definitiva, aportar una mejor calidad de vida.

Cambiar los lentes oportunamente no es un gasto innecesario, sino una inversión directa en salud visual y bienestar cotidiano.

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