Amparo Noguera recordó con emoción la carrera y los personajes favoritos de su padre, Héctor Noguera, y reveló las obras teatrales que más amó.
A pocas horas del fallecimiento del destacado actor Héctor “Tito” Noguera, su hija Amparo Noguera enfrentó con serenidad y emoción el doloroso momento, compartiendo recuerdos y reflexiones sobre la profunda huella artística que dejó su padre, quien murió a los 88 años producto de un agresivo cáncer.
“Todos sus personajes le generaban interés”
Durante un encuentro con la prensa, Amparo habló sobre la pasión inagotable que Héctor sentía por su trabajo. Recordó que hasta sus últimos días se mantenía activo, grabando la teleserie “Aguas de oro” y participando en la obra “Caballo de feria”, estrenada en mayo pasado.
“Todos le generaban mucho interés”, señaló sobre los múltiples papeles que interpretó a lo largo de su carrera. “Sé que es una respuesta común, pero todos le generaron mucho interés”, insistió, destacando el compromiso con el que su padre abordaba cada rol.
Aun así, reconoció que hubo personajes que marcaron especialmente al público. “Creo que sí hubo personajes que fueron muy populares para la gente”, dijo antes de mencionar a algunos de los más recordados: Federico Valdivieso, el alcalde de Sucupira; Ángel Mercader, de Machos; y Melquíades, de Romané.
“Pero todos los personajes que hizo le generaban interés”, reiteró, enfatizando que su padre no actuaba por fama, sino por amor al oficio.
Las obras que más amó Héctor Noguera
En un momento de sinceridad, Amparo decidió revelar las piezas teatrales que más conmovieron al artista, a modo de homenaje para quienes deseen conocer la esencia de su legado.
“Las obras que a él más le gustaron se las voy a decir, por si algún día las quieren leer”, expresó la actriz, antes de nombrar dos títulos fundamentales en la vida de su padre: “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca, y “El jardín de los cerezos”, del dramaturgo ruso Antón Chéjov.
“Ahí les dejo dos papitas”, comentó con una sonrisa melancólica.
La herencia teatral de don Tito
Ambas obras, profundamente simbólicas, reflejan el tipo de arte que apasionaba a Héctor Noguera. En La vida es sueño, Calderón de la Barca aborda temas universales como el libre albedrío, la moral y la búsqueda de la verdad, mientras que El jardín de los cerezos retrata con sensibilidad la decadencia de una familia aristocrática rusa, incapaz de adaptarse a los cambios sociales del siglo XX.
Para Amparo, estas piezas representan la esencia de su padre: un hombre culto, inquieto y comprometido con la profundidad del arte. “Mi carrera tuvo una carrera en teatro también, muy importante”, añadió la actriz, reconociendo que el legado de Héctor seguirá vivo sobre los escenarios y en la memoria cultural del país.
Con sus palabras, Amparo no solo despidió a su padre, sino que también invitó a las nuevas generaciones a acercarse al arte y al pensamiento, tal como lo hizo él durante toda su vida.

