Sin ningún lujo: Así era la pieza donde dormia el Papa Francisco
El Papa Francisco eligió vivir de forma humilde en Santa Marta, rechazando el Palacio Apostólico durante su pontificado de 12 años.

La austeridad fue la marca registrada del Papa Francisco durante sus 12 años al frente de la Iglesia Católica, algo que dejó claro desde el primer momento de su papado.
A diferencia de sus predecesores, Jorge Mario Bergoglio optó por rechazar el lujoso Palacio Apostólico en el Vaticano y prefirió instalarse en un sencillo departamento en la Casa Santa Marta, un espacio tradicionalmente reservado para sacerdotes visitantes.
El sencillo hogar que eligió el Papa Francisco
Al ser nombrado sucesor de Benedicto XVI, Francisco subió al tercer piso del Palacio Apostólico para conocer su futura residencia, pero decidió no quedarse. Según relató en una entrevista citada por Clarín, su elección tuvo una razón muy particular: “cuando me preguntaron por qué no me había quedado a vivir allí, yo dije ‘por motivos psiquiátricos'”.
El modesto departamento 201 que escogió consta de dos habitaciones y un baño. Según el medio argentino, el dormitorio era básico: una cama individual, una cruz de madera sobre el cabecero, una lámpara de pie, algunas sillas y un escritorio de madera sencillo.
Además, contaba con una pequeña sala donde recibía a sus visitantes más habituales, sin balcones ni vistas lujosas, manteniendo así un ambiente de recogimiento y simplicidad.
La vida diaria en Santa Marta
Hasta sus últimos días, el pontífice permaneció en Santa Marta. Incluso horas antes de su fallecimiento, recibió en ese mismo lugar a JD Vance, el vicepresidente de Estados Unidos, en su última audiencia pública.
Sobre su rutina, monseñor Guillermo Karcher, uno de sus colaboradores más cercanos, entregó detalles a TN. Comentó que Francisco comenzaba su jornada a las 04:45 de la madrugada, dedicándose a la oración antes de leer los diarios y escuchar tangos de Carlos Gardel.
En cuanto a su desayuno, era igual de sencillo: yogur descremado acompañado de café. Además, compartía el comedor con sacerdotes, empleados y otros trabajadores del Vaticano, reforzando su cercanía y humildad.